miércoles, 5 de octubre de 2016

La carta.

...en ese pasillo tan frío, apoyada junto a la ventana con tanta soledad y tristeza, miraba por la ventana las plantas mustias, destrozadas con falta de atención, en ese día de invierno. Volví a casa y allí estaba, esa persona que me había hecho tanto daño. Estaba de pie, en frente de mi, intentando decirme algo, pero a ninguno nos salían las palabras, pero yo con un gesto entristecido, lo invité a salir de mi casa, esa casa que un día fue de los dos. En ese momento, me dió una carta, esa carta tan importante; ahí estaba todo, ahí estaba todo lo que demostraba que todo lo ocurrido había sido un mal entendido, una gran mentira que lo único que buscaba era separarnos. En ese momento, antes de que él saliera por esa puerta, corrí, corrí hacia él abrazándolo. Me agarró fuerte asiéndome sentir como si nunca quisiera soltarme. Desde ese momento fuí la persona mas feliz del mundo y supe que nadie nunca mas me separaría de él.

Mi abuelo y yo.

...y cuando mire, ya no estaba. Lo único que quedaba de esa foto era la marca del polvo de la estantería. Entre a mi cuarto extrañada, un poco pensativa porque no sabía que era como y porqué no estaba esa foto ahí. Al salir del cuarto mire de nuevo a la estantería y allí estaba, esa foto que ante juraría que no estaba. Parecía como si nadie nunca la hubiera tocado, pero había un pequeño detalle, el marco de la foto estaba un poco despegado, entonces me atreví a mirar y al quitar el marco de la foto había un pequeño collar, un precioso collar que no veía hacia años, un collar que me regalo mi abuelo de pequeña y que cuando murió mi abuelo nunca mas lo volví a ver. Efectivamente, esa foto era de el y mía justamente el día que me lo regaló. No creo en esas cosas pero, desde ese día siento que mi abuelo siempre estuvo y estará ahí para cuidarme.